Está ampliamente reconocido en la literatura internacional que las mujeres y las niñas son más vulnerables y sufren más cuando ocurre un desastre. Por lo general, les cuesta también más recuperarse de sus efectos. Ello es particularmente relevante en países donde la discriminación de género es tolerada de una u otra manera (PNUD 2010[1], OMS[2], UICN[3], UNISDR et al 2009[4], Enarson y Dhar Chakrabarti 2015[5]). En 2007, un estudio del London School of Economics (LSE) que consideró una muestra de 141 países entre los años 1981 y 2002, encontró que los desastres y su impacto mataron más mujeres que hombres, especialmente en los estratos socioeconómicos bajos (Neumayer and Plümper, 2007[6]).
Cuando ocurre un desastre, por ejemplo, un terremoto o un tsunami destructivo, un aluvión, un incendio, etc., “se supone” que las mujeres deben estar al cuidado de los niños, apoyar en labores de limpieza y organización de albergues, cuidar adultos mayores, etc. definiéndose para ellas ciertos roles en la fase de emergencia y recuperación, con la consiguiente carga emocional y el esfuerzo que dichos roles implican. Pero cuando los niños demoran en volver a la escuela porque ésta se ha dañado o es usada como albergue, ¿cómo pueden las mujeres trabajadoras retomar su actividad laboral?, ¿qué pasa si son jefas de hogar y no tienen otra fuente de ingreso o redes de apoyo? Si no trabajan fuera del hogar y sus maridos o parejas ven sus trabajos comprometidos, ¿cómo pueden cubrir sus necesidades o tratar de volver a la normalidad? Cuando se encuentran en situación de mayor hacinamiento en albergues o viviendas temporales, ¿cómo pueden las mujeres y niñas no quedar expuestas a situaciones de violencia doméstica o de género, que aumentan en dichas condiciones? Si “deben ser fuertes por los hijos”, ¿en qué momento tratan su propio estrés postraumático para mejorar ellas? Esta y otra serie de preguntas se hacen los distintos actores que tratan con mujeres durante y después de una emergencia.
Tanto antes como con posterioridad a la ocurrencia de un desastre, la identificación de aquellas mujeres que se encuentran en mayor riesgo permite generar políticas y acciones relacionadas con la gestión del riesgo que se enfoquen a reducir sus vulnerabilidades y mejorar su capacidad de recuperación. Entre los grupos reconocidos como más vulnerables frente a desastres se reconocen las mujeres en desventaja económica (aquellas en situación de pobreza o notablemente desmejoradas con relación a los hombres de igual edad y contexto social o territorial), las pertenecientes a minorías étnicas o raciales (indígenas o migrantes, principalmente), aquellas mujeres con discapacidad o problemas crónicos de salud, las mujeres que sufren violencia de género, mujeres mayores y niñas, etc.
En Chile, aunque suene cliché, el terremoto de 2010 marcó un punto de inflexión en cuanto a la gestión de riesgos en muchos aspectos y diversos estudios dieron cuenta de la realidad de las mujeres y de algunas minorías tras el desastre (Serrano et al 2011[7], Rojas 2012[8], Vitriol et al. 2013[9], López y Santana 2011[10], entre otros). No solo se dio cuenta de la vulnerabilidad de las mujeres y -particularmente- de grupos de menores recursos socioeconómicos, migrantes, adultos mayores, etc., sino también se evidenciaron algunas iniciativas comunitarias de recuperación lideradas por mujeres (por ejemplo, el Movimiento por la Reconstrucción Justa y la Fundación Alto Río), dando cuenta de los distintos grados de resiliencia de la población frente a los desastres.
Con posterioridad, diversas iniciativas se han llevado a cabo para incorporar el enfoque de género en la reducción de riesgos a nivel nacional, incluyendo documentos de política pública (ONEMI 2011[11]); la conformación de una Mesa Ministerial de Equidad de Género, en el Ministerio del Interior a partir de 2011, de la cual la ONEMI (Oficina Nacional de Emergencias) forma parte; una Mesa de Gestión del Riesgo y Género, iniciativa interagencial también liderada por ONEMI y, más recientemente, la definición de los Estándares Nacionales para la Respuesta a Emergencias (PNUD-ONEMI 2017), que por primera vez incluye un enfoque de género, adecuándose a estándares internacionales del Proyecto Esfera de ayuda humanitaria en emergencias.
Sin embargo, aún hay grupos que son poco o nada reconocidos, tanto a nivel nacional como internacional. Entre ellas se cuentan las pertenecientes a la comunidad LGTB, particularmente transexuales, aunque en el extranjero se ha trabajado en el tema principalmente desde la última década (Gailliard et al. 2017[12] y Stukes 2014[13], entre otros). ¿Se imaginan a una mujer transexual solicitando un subsidio de reconstrucción con su carnet de identidad indicando su nombre masculino? ¿O tratando de probar que es dueña de una propiedad para pedir un préstamo para reparar su vivienda? También se encuentran escasamente abordados por las políticas públicas en desastres otros grupos, como las mujeres (y hombres) con discapacidad mental (aunque existen diversas políticas para disminuir la vulnerabilidad de personas con discapacidad física o con movilidad reducida) y las mujeres mayores. En Chile, estos dos últimos grupos ni siquiera tienen acceso a créditos, en la mayoría de los casos.
Ya se ha reconocido el problema. Ahora es el momento de comenzar a buscar soluciones y, especialmente, de implementarlas. No solo se trata de igualdad de sueldos entre hombres y mujeres, de compartir roles y de reconocer vulnerabilidades e intentar disminuirlas, o de focalizar políticas públicas para apoyar a los grupos más afectados tras una emergencia. Se trata, básicamente, de derechos humanos. La equidad y la inclusión tanto en “tiempos normales” como durante las emergencias, es urgente. Solo cuando enfrentemos el tema de manera integral y los distintos actores se comprometan en abordar las desigualdades de género en torno a los desastres, podremos considerar a Chile como un país que contribuye a la resiliencia de toda su población.
Claudia González Muzzio.Msc en Medioambiente, Ciencia y Sociedad. Especialista en gestión de riesgo de desastres. Experta de Hay Mujeres. Gerente en Ámbito Consultores. Presidenta de GRID Chile.
[1] PNUD (2010). Gender and Disasters. Ginebra, Suiza, Octubre 2010.
[2] http://www.searo.who.int/entity/gender/topics/disaster_women/en/
[3] https://www.iucn.org/content/how-natural-disasters-affect-women
[4] UNISDR, UNDP and IUCN (2009). Making Disaster Risk Reduction Gender-Sensitive Policy and Practical Guidelines, Ginebra, Suiza, Junio 2009.
[5] Enarson, E. P. y Dhar Chakrabarti, P. G. (2015). Women, gender and disaster: global issues and initiatives. SAGE PUB.
[6] Neumayer, E. y Plümper, T. (2007). The Gendered Nature of Natural Disasters: The Impact of Catastrophic Events on the Gender Gap in Life Expectancy, 1981–2002. Annals of the Association of American Geographers, 97(3), 551–566.
[7] Serrano, M., Castro, B., Serrano, P. y Ortiz, V. (2011). Terremoto después del Terremoto: Trauma y resiliencia. Comunidad Mujer, Uqbar editores, Santiago, Chile.
[8] Rojas, C. (2012). Migrantes Internacionales ante la Ocurrencia de un Desastre: El caso de los migrantes peruanos, residentes en la comuna de Santiago, que resultaron afectados por el terremoto del 27F del 2010 en Chile. Tesis para obtener título de Magister en Políticas de Migraciones Internacionales, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología.
[9] Vitriol, V., Cancino, A., A, Riquelme, P. y Reyes I. (2013). Terremoto en Chile: estrés agudo y estrés post-traumático en mujeres en tratamiento por depresión grave. Revista médica de Chile, 141(3), 338-344.
[10] López, E. y Sansana, P. (2011). El Terremoto de 2010 en Chile: respuesta del sistema de salud y de la cooperación internacional. Revista Panamericana de Salud Pública 30 (2), 160-166.
[11] ONEMI, Unidad de Programas (2011). Reducción del Riesgo de Desastres con Enfoque de Género: Género, desastres y gestión. Tercera edición. Elaborado por Consuelo Cornejo.
[12] Gaillard, J. C., Gorman-Murray, A. y Fordham M. (2017). Sexual and gender minorities in disaster, Gender, Place & Culture, 24:1, 18-26, DOI: 10.1080/0966369X.2016.1263438
[13] Stukes, P. (2014). A Caravan of Hope-gay Christian Service: Exploring Social Vulnerability and Capacity-building of Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender and Intersex Identified Individuals and Organizational Advocacy in Two Post Katrina Disaster Environments. PhD, Texas Women’s University.